Ahora nos cuestionamos si es justificable la “muerte” como moneda de cambio, si la venganza es ponerse a la altura del terror, la gran mayoría de la sociedad afirma “estar satisfecho” desde la noticia de que –Bin Laden a muerto-, y nadie extraña los hechos, ni los acontecimientos, ni los comunicados de la acción, ni las contradicciones, ni se sorprenden cuando los gobiernos democráticos del mundo felicitan a los norteamericanos por el logro de borrar de un plumazo a la “liendre que durante tantos años sembró el terror”.
Este mundo loco, radical y casi opuesto a la moral, se desprende de sus hábitos cuando nota que es maniatado de su libertad, es capaz de reprender al más osado, y si es necesario deja a un lado los modales, se olvida de la ética, para aplicar con crueldad fuera de la legalidad social, el látigo de la venganza, este es el verdadero perfil del ser humano, “el más animal”.
Debatir entre el bien y el mal, sopesar la acción directa antes de dar caza a un asesino, parece ser poca minuta para quien prefiere conseguir el objetivo de la “eliminación”.
El precedente de publicar con tanto detalle operaciones de este calibre, nos hacen entender que en muchas ocasiones la realidad supera la ficción. Esta en concreto servirá para satisfacer a muchos ciudadanos del mundo que sufrieron en primera persona la barbarie del “estúpido chiflado”, pero queda para nuestras conciencias “meditar sobre la conveniencia de lo justo y lo ético”.
J. Villegas
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