viernes, 2 de octubre de 2009

La falsedad es mal vicio

Nos hemos acostumbrado a que la sociedad sea condicionada por la falsedad ajena o propia, vemos normal como los unos a los otros se narran historias cargadas de mentiras a medias pensando que es mejor contarlas así.

Valoro enormemente la palabra de las personas pero por el contrario rechazo de lleno a las que usan las mentiras, por ello soy un convencido de la dignidad del ser humano puesto que deja la conciencia bien tranquila.

Cuando alguien promete no subir los impuestos, habla de solidaridad, de tasas para los poderosos, de brotes verdes en la economía, se hace valedor de garantías sociales, y luego el tiempo demuestra que todo era falso hace que aquellos que oyeron ahora sientan una decepción profunda.

La falsedad es un mal vicio que no se debe tomar como el postre para después de la comida, no es sano y mucho menos cuando quien lo practica es una persona al frente de una administración pública convirtiéndose el hecho en una irresponsabilidad muy grave que debiera tener consecuencias que nunca se toman.

Es desleal ante el ciudadano mirar solo por sus intereses, no se puede defender las mentiras como postulado, más bien se pueden retractar de las mismas explicar porque se cambia de parecer o simplemente dimitir con dignidad por falso y mentiroso.

La falsedad para ser justos no es solo coto privado del presidente del gobierno, de dirigentes de la Junta, de Diputación o de nuestro Ayuntamiento, desgraciadamente también es la tónica de algunos políticos de la oposición en Sevilla, Cádiz o nuestra querida Sanlúcar, ellos sabrán que hacen con sus conciencias, puesto quien promete vilmente y no cumple antes o después paga sus consecuencias.

Para ellos dedico este artículo como rebeldía del ciudadano harto de necios al frente de cargos que no respetan y piensan que todo da igual porque es gratuito, de eso nada, vosotros viciosos de la mentira pagareis vuestros insultos.

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