jueves, 23 de febrero de 2012

La radicalización de las ideas

La actualidad viene marcada por acciones políticas que imponen un ritmo frenético de una España que está dirigida por un nuevo gobierno que lleva por gala el titular de “que son necesarias las reformas”.

Estas pueden ser o no entendidas, pero irremediablemente necesarias y esto no significa que imponerlas hacen que estas “reformas” sean buenas, siendo esta cuestión el gran debate que da como resultado el intercambio dialéctico de políticos con afán de protagonismos, los populares para satisfacer a la gran mayoría que les apoyo, y los socialistas a quienes decidieron no dar su confianza en las últimas elecciones.

El deplorable hecho acaecido en Valencia, con una acción violenta contra los manifestantes se está convirtiendo en otra oportunidad de abanderados de causas suficientes para cargar contra un gobierno de derechas, donde con eso de atacar a las primeras de cambio se aprovecha las declaraciones públicas y se monserga con eso del recorte de las políticas sociales, o la defensa de lo público.

¿Aún a estas alturas alguien puede creer que más de cinco millones de parados es sinónimo de aplicar una buena política social?, ¿es que los españoles podemos asumir que los gobiernos tienen derecho a inflar las cuentas públicas?, ¿no es delictivo administrar ayudas públicas en beneficio de los amigos de un partido?, ¿es asumible que Ayuntamientos y Diputaciones, sean un instrumento más para hilar a favor de conveniencias políticas?.

Quien crea que idealizar nuestros pensamientos con unas siglas, ya sean políticas, sindicales o asociativas, es un acto de fe o lealtad se equivoca, y esto provoca que la manipulación política sea un lastre más que sigue azotando nuestra sociedad.

Es época de cambios, afrontamos tiempos difíciles y cruciales que provocaran hábitos radicalmente opuestos a los que nos acostumbramos en tiempos de bonanza, pero no por ello debemos admitir que ningún dirigente político nos tome como marionetas.

Las cuestiones más claras de todo lo que menciono se puede entender si hablamos del caso “Garzón”, si opinamos sobre el caso de los “trajes”, si preguntamos por el caso “gurtel”, cada vez que nos hablan de los fondos de “reptiles de la junta”, o si nos preguntan la opinión sobre los “sindicatos”, o como se crean empresas satélites creados por entes públicos con intenciones muy oscuras; son casos o cuestiones que se aprovechan para crear opiniones muy partidistas, y efectivamente nuestro estado de derecho avala la libertad de expresión, lo que no llego a comprender es la radicalización de las ideas que es algo que siembra a mi entender mucha incertidumbre.



J. Villegas