Ojeando la actualidad se puede afirmar que la jungla no se encuentre muy lejos de donde vivimos y es la realidad, un tortazo seco en la mejilla del ciudadano al que la anestesia electoral dejo pinceladas de optimismo.
Pierde fuelle pero aún resopla el movimiento de los “indignados”, que tal vez haya significado un éxito para las conciencias de la sociedad para unos y un fracaso o intento fallido de un grupo que no consigue plasmar con exactitud el objetivo que persigue. Sea un modo u otro de entender el significado que le quieran buscar, es cierto que han logrado que la clase política de este país, haya centrado sus miradas y análisis a un movimiento que se revuelve ante lo establecido.
Las Alcaldías españolas se vuelven a renovar, pero dejan tufillos de intereses contrapuestos entre lo que buscan las formaciones políticas y lo que pretendía la población cuando depositaron su voto, un ejemplo claro y contundente lo tenemos en Chipiona, donde un grupo de socialistas deciden unilateralmente dar la Alcaldía a una Izquierda menos Unida que nunca a pesar de ser los menos votados en la localidad, todo para evitar que los populares no tomen el bastón de mando.
Las anécdotas de los pactos en muchos ciudades son inverosímiles pero ciertas, donde los partidos políticos manchan la voluntad de pueblo y digo esto para retomar una de las grandes reivindicaciones o reformas que urgen en España, que no es otra que la modificación, eliminación o implantación de una “Nueva Ley Electoral”.
Otras de las desvergüenzas políticas es la renovación del Tribunal Supremo, donde las grandes fuerzas políticas anteponen condicionantes con los tintes de sus siglas, la cuestión es fácil, ¿sería necesario una reforma constitucional para descargar el poder político?, mi opinión es que –sí-.
La reflexión es buena y saludable pero la conciencia ha de dar paso a la honestidad, a la sensatez y dejar de un lado el juego de vencer al rival político, puesto que mientras aún estén en vigencia leyes que predeterminan el mapa electoral o el de nuestras instituciones públicas, serán elogiadas las actitudes con buen criterio que tomen los nuevos gobiernos municipales.
Sanlúcar emprende una legislatura difícil y a la vez seguro que apasionante, donde la promesa da lugar al cumplimiento, para lo que será necesario que todas las fuerzas políticas se pongan de acuerdo en consensuar los “proyectos prioritarios”, para defenderlas en bloque ante cualquier ente público o privado.
Cuando se habla de presupuestos participativos y se crean consejos sectoriales, es primordial asegurarse que funcionen y sean prácticos, porque de lo contrario ponemos un freno sin quererlo.
Sería grato y muy práctico, que las cuentas de nuestro Ayuntamiento fueran las más claras posibles, y por consiguiente los sanluqueños sepamos donde se gasta el dinero, por eso queremos saber y preguntamos, ¿cómo justifican los grupos políticos las asignaciones municipales?, ¿Quién recibe gratificaciones?, ¿Cuánto es lo que se invierte?, ¿a cuánto asciende las facturas de agua, luz o teléfono?, ¿Cómo quedan las bases de ejecución de los presupuestos?, tal vez si esto fuera accesible y público, no se precisarían auditorías internas.
Esta jungla de normas, dictados, reglamentos y leyes, vapulean el sosiego del ciudadano, que no quiere líos, ni gusta de los enredos de los partidos políticos, por eso para esta nueva etapa un gran reto “transparencia y efectividad”.
J. Villegas