Trágicamente el accidente de Fukushima (Japón 11 de marzo de 2011) va en camino de convertirse en un segundo Chernobil. varios expertos lo han definido como un Chernobil a cámara lenta. Aunque aquí no reventó un reactor, se han producido explosiones en 4 reactores originando multitud de grietas; y se han fundido las vainas metálicas que guardaban el material fisionable provocando escapes al exterior (sobre todo al mar). En menos de un mes se ha cifrado el escape en el 10 % del ocurrido en Chernobil. La situación está lejos de ser controlada y el resultado final, teniendo en cuenta que son 4 reactores, podría ser similar o aún peor que en Chernobil.
La respuesta por parte de la Unión Europea y los medios de comunicación ha sido escandalosa: periodistas y "expertos" de diverso pelaje han tergiversado, minimizado o directamente engañado sobre los que estaba ocurriendo, al tiempo que alababan la energía nuclear; Semejante unanimidad contraria a la verdad hace sospechar en la oscura influencia del lobby nuclear sobre los medios de comunicación. La UE, por su parte, ha publicado un reglamento (26 de marzo) que supone aumentar al triple y doble respectivamente, los valores limites de radioactividad permitidos en lácteos y líquidos, y en el resto de alimentos importados de Japón. Esto es inquietante especialmente en el caso del pescado.
En las centrales nucleares españolas se han producido multitud de incidentes de menor importancia entre los que destacan el incendio y escape radioactivo en la central de Valdellos I, que obligó a demantelarla en1989; y el más reciente de Asco I (2007) en el que una serie de fallos humanos produjeron otro escape de vapor de agua radioactiva, que fue ocultado durante varios meses y cuyo juicio está todavía pendiente. La sanción propuesta ( entre 9 y 22,5 millones de euros) equivale a la facturación de las dos unidades de Ascó durante 10 días.
El riesgo asociado a un fenómeno se define científicamente como el producto de la probabilidad del suceso por el daño material y humano que puede causar. En el riesgo nuclear el primer factor es bastante pequeño pero el segundo es enorme y como consecuencia, el riesgo es muy alto. Ninguna empresa de seguros ha querido hacerse cargo de la responsabilidad civil de las centrales nucleares españolas en caso de accidente. En la actualidad las empresas responden hasta un máximo de 700 millones de euros, Chernobil o Fukusima suponen ( aparte de enfermedad y muertes) pérdidas económicas cientos o miles de veces mayores que deben ser cubiertas por los estados o de las que nadie se responsabiliza.
La industria nuclear además miente descaradamente cuando dice que la energía nuclear es la única alternativa para:
Hacer frente al incremento de la demanda energética, al aumento del precio de los combustibles fósiles, para conseguir la reducir las emisiones de CO2 y para conseguir la independencia energética.
Actualmente el sistema eléctrico español tiene una potencia 103.000 Mw, la media de consumo es 34.000 Mw y el pico máximo de consumo en el año 2010 fue de 44122 Mw. Todas las centrales nucleares juntas suponen 7700 Mw y Garoña 466 Mw. Garoña podría ser cerrada inmediatamente y las demás (antes del 2020) sin la menor repercusión técnica sobre el sistema.
Es necesario sustituir los combustibles fósiles por otras fuentes de energía. Pero miren su recibo de la luz. Las renovables: eólica, hidroeléctrica y solar suponen ya más de un 30 % de media. La combinación del potencial solar y eólico español es único en Europa. Es posible y deseable, para el 2020, una generación de toda la electricidad basada en renovables y el gas, como apoyo transitorio de menor impacto, y en mejoras en el ahorro y en la eficiencia energética.
La energía nuclear es rentable para las empresas eléctricas y una calamidad económica para los españoles. Normalmente se considera solo el coste de funcionamiento que sí es relativamente barato en el caso de la nuclear. Se olvidan los enormes costes de inversión (fabricación de las centrales y gestión de los residuos durante miles de años). Cuando se hacen estimaciones moderadas de estos costes (sin contar posibles accidentes y sus seguros) la energía nuclear resulta más cara que la eólica o los combustibles fósiles. La industria nuclear basa su rentabilidad en enormes subvenciones públicas (algunas de las cuales venimos pagando de hace más de 30 años en el recibo de la luz), más o menos ocultas. En España, desde 1997 cualquier empresa puede construir una central nuclear, pero hasta el momento ninguna parece tener intención de hacerlo, sino es con apoyo ( por supuesto económico) del estado.
La industria nuclear no emite CO2 de forma directa aunque sus emisiones e impactos indirectos: minería, transporte y construcción de las centrales; no son despreciables. Las centrales nucleares producen grandes cantidades de residuos radioactivos de alta toxicidad, para los que no existe solución y que debe ser almacenados y vigilados durante miles de años. La industria nuclear nació, no para producir energía, sino para producir plutonio, componente principal de las bombas nucleares, y sigue suponiendo un inquietante riesgo en este sentido.
La energía nuclear no permite la independencia energética de España sino todo lo contrario. Todo el Uranio utilizado en España para las centrales es importado y la tecnología de fabricación de los reactores es toda ella estadounidense y alemana. El Uranio es un recurso no renovable. El uranio barato se estima que puede durar unas pocas décadas. Mientras el precio de la energía nuclear tiene una tendencia a subir el de las renovables irá inexorablemente bajando: es el pasado oscuro que se niega a dejar paso
Ecologistas en Acción 26 de abril de 2001
Más información
Ángel Barroso: Responsable de protección ambiental de Ecologistas en Acción Cádiz.
Edu Gutierrez: Responsable del área de energía de Ecologistas en Acción Andalucía
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